Belén derrocha en su pintura sensibilidad y pasión, garra andaluza y vitalidad sureña. Es la pintora de los caballos. Dibujos a pastel, acrílicos y óleos, radiantes de optimismo y sensibilidad donde los animales son los protagonistas, predominando el individuo aislado, con nombre propio, y con una composición sencilla, logrando auténticos retratos de este animal. Esencial e impactante es el color, potente, saturando sus posibilidades, y el juego de contraluces, herencia sin duda del tenebrismo barroco andaluz. El otro amor de Belén es su ciudad, Granada, nueva serie donde proyecta todas las emociones que de su bella arquitectura emanan.
Obras