VOLTA NEW YORK 2022

VOLTA NEW YORK 2022

VOLTA NEW YORK 2022

Del 18 al 22 de mayo

Para Volta New York 2022 proponemos un diálogo entre los paisajes urbanos de dos pintores españoles, Miguel Ángel Iglesias y Conchi Álvarez. La urbe como espacio que, desde que apareció, allá en el Neolítico, protagonizó  una revolución extraordinaria que cambiaría la vida del ser humano para siempre. La ciudad, espacio social por excelencia, es el lugar donde se suceden los sueños, anhelos, pensamientos y reflexiones de estos artistas. El diálogo entre los paisajes urbanos de estos dos artistas, demuestra la pluralidad de visiones y percepciones que la urbe genera. Cada uno de ellos concibe una particular visión de  la ciudad, pero son muchos los elementos que comparten. El más significativo, la ausencia de seres humanos. Curiosa coincidencia ya que los espacios urbanos, espacios poblados por excelencia, aparecen en sus lienzos y tablas, despoblados.

Sin duda estos dos creadores comparten el espíritu del eremita artístico, necesitado de soledad para crear y, es en el aislamiento de su estudio, cuando la inspiración viene. En el caso de Conchi Álvarez, a través del recuerdo de los espacios vividos, paseados, y luego revividos en una ensoñación controlada; o los espacios soñados, sobrevolados, en el caso de Miguel Ángel. Son ciudades vacías porque, en ambos casos, ese ejercicio de revivir o soñar la ciudad, lo que enmascara es una búsqueda del propio yo. Para Conchi esa búsqueda es un itinerario vital, para Miguel Ángel, una meditación casi mística que le ayuda a acercarse a la gente.

Los dos huyen de los monocromos y las grisallas, gestando espacios urbanos bañados en colores brillantes y optimistas. Conchi excava las paredes grises y átonas del mobiliario urbano para ir descubriendo, a través de la luz y el color, el alma de la ciudad

Las dos paredes laterales del estand son el punto de partida para este proyecto urbano: Acrílicos de Miguel Ángel sobrevolando su ciudad ideal, y tras su aprehensión, un proceso de síntesis en el que esta ciudad se va desdibujando para ayudarnos a aterrizar y entrar en el mundo urbano de Conchi Álvarez.

 

MIGUEL ÁNGEL

MIGUEL ÁNGEL IGLESIAS

VIDRIERAS-URBANAS-1

VIDRIERAS URBANAS (Detalle)

Acrílico sobre lienzo. Año 2021

100 x 73  cm

VIDRIERAS-URBANAS-2

VIDRIERAS URBANAS (Detalle)

Acrílico sobre lienzo. Año 2021

100 x 73  cm

Sus ciudades son composiciones focalizadas en el centro urbano más moderno, en el que reinan los rascacielos como enhiestas esculturas racionalistas. Enfoca la ciudad a vista de pájaro para componer perspectivas embriagadoras que invitan al espectador a saltar y sobrevolar entre estos gigantes de acero, vidrio y cemento. Como un prestidigitador, cambia la dirección de la luz para conseguir mágicas perspectivas en las que el Sky Line de la City, desde su sugerente  estereometría, promete infinitas posibilidades.

Dice el artista que se encierra en su estudio para seguir buscándose, y esa búsqueda se detecta en cada cuadro, en esos cambios de ángulo que delatan a un eterno Penélope que no desteje lo tejido en cada obra, sino que prefiere tejer una nueva, siempre con la esperanza de que llegue el Ulises que le aleje del abismo y la soledad.

Empezó pintando grisallas porque la ciudad que veía y vivía era triste y llena de contradicciones, pero terminó ganado el color porque sus emociones y sensaciones se canalizaron a través de él. Se impuso entonces su esperanza en una ciudad ideal, armoniosa, con sentido, la que él querría para vivir, como ocurre con el color. Cada color tiene sentido en sí mismo, pero al mismo tiempo da sentido a los colores que lo rodean. Como vivir en sociedad.

CONCHI-ALVAREZ

CONCHI ÁLVAREZ

PASAJE-GUTIERREZ-DETALLE-2

PASAJE GUTIERREZ (detalle)

Acrílico sobre tabla. Año 2022

130 x 100 cm

PASAJE-GUTIERREZ-DETALLE-1

PASAJE GUTIERREZ (detalle)

Acrílico sobre tabla. Año 2022

130 x 100 cm

Sus escenas urbanas exultantes de color, parecen a primera vista alegres y cargadas de  optimismo. Pero en realidad, cada una de sus obras, esconde el valor apotropaico que tiene para la artista. Cada pieza aparece provista de ese carácter mágico propiciatorio de las pinturas paleolíticas. El acto de pintar de modo realista al animal, propiciaba su aparición, su posible caza y por ende, la continuidad de la tribu, su supervivencia. En este caso, cada una de las pinturas se constituye en amuleto para alejar pesadillas, malos augurios, inquietudes…pero también, en el mismo acto de pintar cada obra, junto con la nostalgia del espacio amado y disfrutado, está el deseo profundo de recuperarlo, de volver a vivirlo, recreando y sintiendo de nuevo toda la magia que supuso la seducción entre el rincón urbano y la artista, quien hace suyas las palabras de Gustave Moreau: ”No creo en lo que toco o en lo que veo, sino en lo que no veo y en aquello que siento”.

El recorrido urbano no puede ser más subjetivo, sólo por las ciudades amadas, ciudades que la artista recorre en largos paseos para vivir y sentir la ciudad… para encontrarse a sí misma. Siempre en el casco histórico, lugar donde se concentra la historia urbana, lugar donde se superponen, a modo de capas, multitud de esencias y vivencias que estallan en sus pinturas, en una metamorfosis de color que no afecta a las formas, pues pueden reconocerse fácilmente los rincones y calles. Momentos y espacios solitarios, sin gente, pero cargados de esa humanidad ausente que parece haberlos vivido tan sólo para esperar ser revelados a la artista. Su pasión por la arqueología explica el proceso creativo en el que, cada veladura de color excava una capa más profunda de ese espacio urbano, descubriendo un inconmensurable código de formas, luces y colores sólo accesible e interpretable por su descubridora quien, estrato a estrato, logra descubrir, desentrañar y estudiar ese retazo urbano. Un proceso que es, sin duda, un itinerario vital, porque su mirada hacia la ciudad se convierte en un espejo de su propia existencia.