ROPA TENDIDA

ROPA TENDIDA

 

Exposición individual de Astrid Sommer, comisariada por Conchi Álvarez

 

La cuarta exposición individual de Astrid Sommer es, sin duda, la más intimista y personal de esta artista en STOA.

En esta ocasión, sorprende ver que la galería se ha transformado en un tendedero. La muestra consta de sólo cuatro obras, de gran tamaño, realizadas recientemente y expresamente para esta ocasión. Están realizadas en una nueva técnica, acrílico sobre plástico, y los signos y manchas que cubren todo el espacio “plástico” forman el acostumbrado “horror vacui” que caracteriza sus pinturas. También los títulos son los habituales en esta autora, todos de una sola palabra. Pero lo nuevo y significativo es que Astrid, con estas cuatro piezas, nos ha mostrado su colada, su intimidad y, más allá de esa “ropa plástica” que es cada pintura, nos invita, citando a Carmen Florentín, “a mirar hacia dentro, hacia el interior de todas las cosas, hasta en el interior de las más sencillas y comunes”1, como es la ropa tendida.

Y ello ha sucedido precisamente ahora, cuando estamos limitados en nuestros movimientos, confinados entre las paredes de nuestras casas. Ahora es cuando aparece el alma de la artista, como dice el poeta Claudio Rodríguez en su poema “A mi ropa tendida (El alma)”,

 

“(…) ¡Ved mi ropa,
mi aposento de par en par! ¡Adentro
con todo el aire y todo el cielo encima! (…)”

 

Es ahora cuando Astrid da forma y color al delicioso poema del escritor zamorano, y como él, en palabras  de su estudiosa, Carmen Florentín, “nos lleva del interior al exterior, de lo abstracto a lo concreto, de lo sublime a lo cotidiano”, y si “lavar es escribir poesía”, en Astrid, lavar es pintar. Y al igual que para el poeta “la ropa guarda en su interior su tiempo y el lenguaje ideal, el de la creación”, en la mexicana, estas ropas plásticas encierran asimismo la clave de su creación.

Es también en estos momentos cuando han cobrado protagonismo acciones que diariamente realizamos casi mecánicamente y que, por la reducción de la movilidad, y la ralentización del tiempo, vamos descubriendo y pareciera que vamos tomando conciencia de ellas. Hemos empezado a ver y mirar con otros ojos las pequeñas cosas que forman nuestro universo cotidiano, como lavar y tender la ropa. Y la obra de Astrid nos sugiere que ahora, sin prisas, pausadamente, sabremos hacer de nuestra colada nuestra propia performance, en la que cada pieza es un compás de una inaudible sinfonía acuática. Y una vez tendida la ropa, podremos pararnos a deleitarnos en el resultado, y valorar el efecto plástico conseguido. Y nos prometeremos a nosotros mismos que vamos a ser más creativos en nuestro próximo tendido-instalación. Seguramente miraremos nuestra ropa tendida… para reflexionar y hacer una catarsis profunda, y quizás, comprometernos a un cambio radical. Pero, como somos humanos, ¡nos pondremos a observar la ropa de los demás! A buen seguro diseccionaremos, compararemos, criticaremos o envidiaremos las otras coladas y constataremos que el patio de vecinos se ha convertido en una muestra colectiva de valores emergentes y, nosotros, en comisarios de pro: “Qué bien tendida la de la artista del tercero C”, “vaya ropa cara tiene la del segundo A”, “¡qué vergüenza la ropa ajada y vieja de la del cuarto B, ya podía gastar menos en cervezas y más en renovar calcetines!”… Y entonces nuestra pareja nos recriminará con un “¡que hay ropa tendida!” y terminará así la certera crítica artística y nuestra carrera curatorial.

1-Dialnet. La materia etérea de Claudio Rodríguez. Autora: Carmen Florentín Gimeno. Pág. 113

 

A MI ROPA TENDIDA (El alma)

 Autor, Claudio Rodríguez

Me la están refregando, alguien la aclara.
¡Yo que desde aquel día
la eché a lo sucio para siempre, para
ya no lavarla más, y me servía!
¡Si hasta me está más justa¡ No la he puesto
pero ahí la veis todos, ahí, tendida,
ropa tendida al sol. ¿Quién es? ¿Qué es esto?
¿Qué lejía inmortal, y qué perdida
jabonadura vuelve, qué blancura?
Como al atardecer el cerro es nuestra ropa
desde la infancia, más y más oscura
y ved la mía ahora. ¡Ved mi ropa,
mi aposento de par en par! ¡Adentro
con todo el aire y todo el cielo encima!
¡Vista la tierra tierra! ¡Más adentro!
¡No tenedla en el patio: ahí, en la cima,
ropa pisada por el sol y el gallo,
por el rey siempre!

He dicho así a media alba
porque de nuevo la hallo,
de nuevo al aire libre sana y salva.
Fue en el río, seguro, en aquel río
donde se lava todo, bajo el puente.
Huele a la misma agua, a cuerpo mío.
¡Y ya sin mancha! ¡Si hay algún valiente,
que se la ponga! Sé que le ahogaría.
Bien sé que al pie del corazón no es blanca
pero no importa: un día…
¡Qué un día, hoy, mañana que es la fiesta!
Mañana todo el pueblo por las calles
y la conocerán, y dirán: «Esta
es su camisa, aquella, la que era
sólo un remiendo y ya no le servía.
¿Qué es este amor? ¿Quién es su lavandera?»

 

De Conjuros (1958)

 

ASTRID-SOMMER
ASTRID SOMMER
h

FERIADO

Acrílico sobre plástico

139 x 253 cm

h

JALEO

Acrílico sobre plástico

141 x 198 cm

h

PUERTO

Acrílico sobre plástico

141 x 200 cm

h

REFRÁN

Acrílico sobre plástico

145 x 196 cm