CIUDAD EMOCIONAL

Exposición individual del artista español Miguel Ángel Iglesias, comisariada por Conchi Álvarez

Miguel Ángel representa al artista genuino que, en el imaginario colectivo, se abstrae de la realidad cotidiana para vivir mundos inexistentes sólo accesibles a su creador y que, a través de la belleza en clave figurativa, los representa y convierte en accesibles para los demás. Es por ello que este artista pertenecería al selecto grupo de pintores poetas que, desde el Quattrocento, han gestado los más excelsos poemas pictóricos y que llegan a lo más profundo de nuestro espíritu.

Para esta empresa, al igual que el ermitaño, Miguel Ángel necesita la soledad de su estudio. Allí practica una anamnesis que le transporta a los momentos vividos en ciudades amadas, con tal ahínco y profundidad, que bien podrían haber sido experimentados en otras vidas pasadas. Por eso su remembranza adolece de detalles, y ante las imprecisiones del recuerdo, su mente racional resuelve con técnica y maestría recurriendo a una selectiva abstracción a base de colores intensos y deslumbrantes.

¿Y cuáles son esos recuerdos que repetidamente pueblan sus pinturas?: todos ellos tienen que ver con la socialización, con vivencias que tuvieron lugar en el entorno urbano. Ciudades a las que viajó, visitó e incluso habitó y le proporcionaron recuerdos emocionales indelebles. Después, en su estudio, escudriña en su memoria para revivir momentos y sensaciones. Y con nostalgia, emergen los rascacielos como grandes esculturas de acero y cemento, desdibujadas, herméticas, casi abstractas y muy coloristas. Su trabajo es una declaración de amor a  las relaciones humanas y esta pasión es la que le lleva a practicar, desde hace años, el género del paisaje urbano. Son obras en las que sobresale una impecable perspectiva porque este artista, como Paolo Uccello (“Oh, que dulce cosa es esta perspectiva”), disfruta de ella, y  juega con ella con una experticia indudable, consiguiendo composiciones sobresalientes llenas de originalidad.

Las vistas urbanas son cenitales porque el autor las concibe desde un imaginario avión que sobrevuela el Down Town de una ciudad mientras se acerca el aterrizaje. Un urbanismo de gran urbe: Seúl, Miami, Hong Kong, Nueva York, Nueva Delhi, Dubái, lugares donde ha estado y en los que ha alimentado el concepto de ciudad emocional. Cuando se viaja a las ciudades que atesoran los mejores recuerdos, el mejor momento es la llegada, cuando la fisonomía urbana es reconocible y se desata ese momento álgido de ilusión y excitación, cargado de las mejores evocaciones y anhelos por el reencuentro. Los diferentes cambios de ángulo convierten a sus perspectivas en atractivos enjambres de líneas formando calles y avenidas por los que desfilan en perfecto orden los rascacielos bañados por el sol, generando sombras y efectos ópticos de gran plasticidad. Pero para Miguel Ángel este momento del descenso, también puede ser agridulce, pues al lado del deseo por recuperar el paraíso urbano, coexiste el temor a los inconvenientes que también la socialización conlleva, los desencuentros sufridos, las amistades perdidas, las traiciones soportadas, las esperanzas frustradas porque, la suya, es una ciudad emocional.