LA ODISEA DE PENÉLOPE

 

LA ODISEA DE PENÉLOPE

 

Exposición individual de la artista mexicana Astrid Sommer, comisariada por Conchi Álvarez

 

En estos tiempos confusos y revueltos en los que los creadores se sienten a veces sobrepasados por la realidad, la solución podría estar en el ejemplo sempiterno de Penélope. Sí, la reina griega de la Odisea de Homero, el poema épico en el que se describe el regreso a casa, tras participar en la guerra de Troya, del rey aqueo Ulises u Odiseo. En la obra se destacan la astucia del protagonista, rey de Ítaca, y su bella esposa Penélope, paradigma de fidelidad conyugal durante la larga espera del regreso de su marido a casa.

La Odisea narra el ardid utilizado por ella para evitar casarse con uno de los muchos pretendientes que tomaron el palacio y ansiaban ocupar el trono de Ítaca. Tras la guerra de Troya, que duró 10 años, en la que participó su marido, Ulises, todos los aqueos regresan a sus hogares, salvo él, que se demora otros 10 años en el retorno. La treta de Penélope consistió en establecer como fecha de elección de esposo, el terminar de tejer la túnica mortuoria para su suegro Laertes. Cada jornada, Penélope tejía durante el día y, secretamente, destejía por la noche la labor realizada.

Penélope es una figura atractiva, tanto en el papel de esposa inteligente, entregada, sumisa, como en las múltiples tesis que se han planteado escrutando el personaje, algunas en sentido contrario, o con enfoques feministas extremos.

En esta exposición la propuesta desvela el viaje interior de  esta griega, su personal Odisea, sosteniendo que no sólo destejía por las noches, sino que pintaba sus sueños…y los escondía.

En esa monotonía de tejer y destejer, cada noche, dado que la tarea de destejer es mucho más rápida que la de tejer, Penélope necesitaba pintar como pura estrategia de supervivencia. En las pinturas de Astrid se produce la identificación con el personaje mitológico, como escribe N. Benegas, afirmando que la mujer que espera, constata el vacío interior y la necesidad de huida. Todas las sombras de engaño marital, las murmuraciones y cotilleos llevan a esta esposa a volcar su frustración en el lienzo, una pintura por cada adulterio, por cada seducción, por cada engaño y por cada olvido. Una vía de escape desde la consciencia de que Ulises se ha convertido en un fracasado, el antihéroe.

Pinceladas rápidas reflejo de la ira y el resentimiento de Penélope, pueblan los lienzos, junto a brochazos para reflejar la  resignada aceptación en la que esta esposa podría identificarse con la fílmica frase de “siempre nos quedará Ítaca”, y que ella se repite machaconamente. Esa Ítaca que existió fugazmente y que le fue arrebatada por una guerra absurda.

Y esa necesidad de introspección, de viaje a su propio interior, ha convertido el estudio de la pintora, en México DF, en su propia Ítaca, porque como acertadamente escribe la poetisa Francisca Aguirre: “¿Y quién alguna vez no estuvo en Ítaca?”

 

ASTRID-SOMMER
ASTRID SOMMER
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COTILLEO

Acrílico sobre lienzo

155 x 280 cm

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HABLADURÍAS

Acrílico sobre lienzo

156 x 280 cm

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LEYENDA

Acrílico sobre lienzo

160 x 290 cm

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ENGAÑO

Acrílico sobre lienzo

170 x 195 cm

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ÉPICO

Acrílico sobre lienzo

150 x 150 cm

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FRUSTRACIÓN

Acrílico sobre lienzo

160 x 93 cm